Debo empezar diciendo que siempre había odiado el inglés, fue la materia pesadilla para mí en la universidad y aunque mi papá me insistió toda su vida para que yo aprendiera inglés, lastimosamente nunca le puse cuidado.
Recuerdo que un día saliendo de un examen de inglés en la universidad (que probablemente perdí) pensé que me gustaría mucho poder ser bilingüe y prometí que no me dejaría ganar de este idioma y algún día lo entendería y hablaría, sin embargo, esta idea rápidamente se borró de mi cabeza y quedó en el olvido, hasta que, después de estar buscando trabajo por varios meses, y ver que cumplía con los requisitos de muchas ofertas laborales, excepto el inglés; me di cuenta que tener un segundo idioma se había convertido en una necesidad, por lo menos para los cargos a los que yo quería aplicar.… Seguir Leyendo