Vivir en el exterior es una experiencia inigualable, donde creces y aprendes cada día, donde conoces personas de todas las culturas y aprendes a valorar tus raíces y aceptar la diversidad, donde te maravillas con paisajes bonitos o momentos que llenan tu vida de tranquilidad y felicidad; sin embargo, no todo es color de rosa, simplemente estamos viviendo en otro lugar y al igual que para todos, la vida no es perfecta y no faltan los problemas, angustias y esos días o momentos de nostalgia que estoy segura todos los emigrantes vivimos en algún momento y hacen parte constante de nuestros viajes.
Hay momentos en que te encuentras en cualquier lugar (la más reciente me pasó estando en un servicio de una iglesia Cristiana) y ves familias, en mi caso mamá e hija, compartiendo momentos bonitos, abrazos y sonrisas, y solo deseas que de una vez por todas, alguien invente la tele-transportación para ir inmediatamente y abrazar a tu mamá y decirle lo mucho que la quieres.
También están esos días donde sientes un vacío y no sabes cómo explicarlo, donde necesitas hablar con ese alguien que te ha conocido toda la vida y desahogarte o que te den un consejo, porque a pesar de que en el nuevo país tienes amigos que son muy valiosos y se convierten en algo así como tu familia extranjera, no conocen todo de tu pasado o tu familia y tal vez es de eso que necesites hablar. Además, la dinámica misma de la vida nos absorbe a todos y al final, nos toca sobrepasar esos duros momentos solos, tener nuestras propias reflexiones y tomar nuestras propias decisiones.
Sí, es obvio que la tecnología ha avanzado mucho y mantener comunicación con los tuyos es un poco más fácil que en los viejos tiempos, pero igual el contacto físico hace falta, el hablar con alguien mirándolo a los ojos y decirles cuanto lo quieres, un abrazo; verlos en una pantalla ¡no es suficiente!
Por otro lado, nosotros cambiamos mucho al salir del país, nuestra visión es diferente y nuestros problemas y temores también lo son, así que probablemente, por más que tu familia quiera ayudarte y apoyarte, ellos no entienden por completo tu situación. En ocasiones nuestros momentos de frustración y estrés están directamente relacionados con nuestra condición de inmigrantes, como cuando sientes esa impotencia de no poder expresar todo lo que quieres por aquello de la barrera del leguaje; tus familiares te van a decir que no te sientas mal, que has avanzado muchísimo con el idioma, y probablemente es cierto; incluso tú también eres consciente de eso, pero ellos desde allá no sienten, como nosotros lo hacemos, que siempre falta más, siempre hay nuevas palabras por aprender, necesitamos más fluidez o mejorar nuestra pronunciación, etc. Igualmente, cuando estás aplicando para una nueva visa y tienes el temor de que te la nieguen, ellos te dicen que tú eres bienvenid@ en tu país y que ellos te van a apoyar, lo que en cierto modo es un gran alivio y te llena de fuerzas, pero lo que ellos no entienden completamente (porque quizá no lo han vivido) es que ya no te vez de vuelta en tu país, que no quieres que todos los esfuerzos que has hecho para lograr lo que tienes en tu nuevo lugar de residencia no hayan valido la pena, que te aterra la idea de que los planes y sueños por los que has estado trabajando en esta lejana tierra se tengan que ver truncados por decisiones externas (migración).
Diría que la soledad es una compañera constante en la vida de cualquier persona, pero cuando estás viviendo en otro país aparece con más frecuencia y te hace sentir algunas veces que has tomado la decisión equivocada al haber viajado tan lejos de los tuyos.
Son esos pequeños momentos de nostalgia y soledad los que muchas veces te hacen dudar si todo lo que estás viviendo ahora vale la pena, ya que el precio que tienes que pagar es muy alto, pues dejas de compartir tantos momentos importantes con esas personas que están en tu corazón.
Pero bueno, a pesar de todo lo anterior, en mi caso sigo pensando que si vale la pena, aquí sigo luchando cada día por alcanzar mis sueños, pues no es un secreto que la mayoría de nosotros salimos del país buscando una mejor calidad de vida, que sin duda alguna he encontrado en este país y que así este tan lejos, puedo apoyar a mi familia en otras formas que estando allá no podría y que incluso la distancia ha hecho que valore y quiera aún más esas personas que tanto extraño.
Hola Andrea:
Me llamo Claudia y con mi esposo ya iniciamos el proceso de migración para Australia, vamos a Brisbane y lo que escribiste me enfrenta a la realidad. Me asusta y al mismo tiempo me da fuerza para seguir adelante. Muchas gracias por tu página y ser el apoyo de muchos. Espero seguir en contacto. Dios te bendiga.
Hola Claudia. Muchas gracias por tu mensaje. El saber que el tiempo que invierto en el blog no es perdido y si ayuda a otros, me da fortaleza para seguir.
Saludos y espero todos tus planes se hagan realidad. Dios te bendiga a ti tambien.